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NAVIDAD SIN TI: SÍNDROME DE LA SILLA VACÍA


Todos hemos vivido situaciones que han extralimitado nuestros sentimientos y cuando se trata de los que te dejan adolorida el alma, marcan tu camino y nos enseñan a vivir la vida como es en realidad -no siempre linda, no siempre mala-, son más difíciles de superar. Perder a un ser querido, cerrar un ciclo, vivir alguna ausencia de algo, es a lo que le llamamos Síndrome de la Silla Vacía.

Es parte de nuestra naturaleza experimentar tristezas, enojo, frustración, dolor; el manejo de diversas situaciones adversas no siempre se hace de la mejor forma y vemos interminable el sufrimiento que nos oprime el pecho, nos enrojece los ojos y emanamos energía poco positiva. Si te has sentido así o estás experimentando todo lo anterior, lee con atención la siguiente frase y repítela cuantas veces sea necesario hasta que suceda: "Esto también pasará".

El día que empieza termina, la vida continúa y hay que rascar de dentro para estar de pie y limpiarse el lodo o las lágrimas. Sin duda la muerte de un ser querido es uno de los dolores más insufribles que podremos experimentar, no hay nada que pueda llenar el huequito que dejó en tu mundo. Lo único que queda por hacer es vivir el dolor y soltar, dejar ir poco a poco ese sentimiento con la persona que cambió de escenario y que te dejo el placer de coincidir.

No sólo la muerte duele, la ausencia o el cerrar un ciclo pesa en el alma, los humanos solemos aferrarnos a lo conocido, nos resistimos al cambio y tememos a enfrentarnos con lo diferente. Cambiar de colegio, de empresa, de novio o pareja, de país, etc, todo lo que implica ese brinco, puede generar ese sentimiento de ausencia, de pérdida, que sana conforme caes en cuenta que hay capítulos de tu vida por vivir y que está en tus manos el tinte que des a los momentos venideros.

Dicen que para vivir feliz es necesario viajar ligero; comprender que los hijos no son de nuestra propiedad, menos las parejas y lo material viene y va… practicar el desapego emocional y material nos prepara para afrontar con una mejor cara cualquier situación. De acuerdo a los expertos, un proceso de duelo sano puede requerir de un par de años y sigue una serie de fases: Primero, confusión, luego rabia y negación, depresión y finalmente superación. Los duelos los vivimos a diario, cada quién tiene su ritmo y forma; sin embargo, es un proceso natural y necesario para adaptarnos al cambio.

No hay una verdad absoluta para superar el Síndrome de la Silla Vacía, cada quien debe desenredar el hilo de su madeja y volver a tejer su vida. Sólo no hay que dejar de hacerlo, construir o reconstruir nuestra historia, pues esto no termina, hasta que termina.



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